Los castores regresan al río Tajo, menos contaminado
El castor europeo (Castor fiber) ha vuelto al río Tajo. Su presencia en sus aguas, documentada y confirmada por investigadores del Centro de Estudios Animales en la revista Galemys. Spanish Journal of Mammalogy, no ha sido una sorpresa para los agentes medioambientales de Castilla-La Mancha, que desde 2020 tenían constancia de la reintroducción ilegal de estos roedores en el río.

¿Cómo llegaron los castores al Tajo?
La hipótesis de una recolonización natural queda descartada. Los expertos señalan que los castores tuvieron que ser trasladados en furgoneta, ya que las cuencas del Tajo, el Ebro, el Duero y el Guadalquivir, donde también se han reintroducido ilegalmente, están muy distantes entre sí y no están interconectadas.

¿Dónde se han establecido?
Los castores se han establecido en un tramo de 36 kilómetros del río Tajo, desde la presa de Bolarque hasta el embalse de Estremera, en las provincias de Guadalajara y Cuenca. El lugar elegido es idóneo, ya que se trata de una zona con un ambiente de ribera bien conservado, aguas menos contaminadas y una abundante presencia de álamos blancos, su alimento favorito.

¿Cuáles son los riesgos de estas sueltas ilegales?
Si bien los castores pueden aportar beneficios a los ecosistemas fluviales, las sueltas ilegales conllevan ciertos riesgos. Los expertos advierten sobre el peligro de que los animales puedan portar patógenos que, a través de las captaciones de agua, acaben transmitiéndose al ser humano.
Además, los castores pueden causar daños a las plantaciones de pistacho situadas a ambos lados del río si no encuentran suficiente alimento en las riberas.
¿Qué hacer con los castores?
Una vez reintroducidos, no tiene sentido retirar a los castores. Sin embargo, es importante evitar futuras sueltas ilegales, como las ocurridas con otras especies como los siluros, los mejillones cebra o los cangrejos americanos, que han causado importantes problemas a la fauna autóctona.
Los expertos recomiendan estudiar el comportamiento de los castores en el Tajo y evaluar su impacto en el ecosistema. Algunos plantean la posibilidad de implementar programas de recuperación o cría en cautividad similares a los que se han llevado a cabo con otras especies amenazadas.
Aunque desapareciera hace siglos, es una especie nativa que hay que estudiar y respetar, un vecino que se había ido hace mucho tiempo y que ha vuelto.
Marco Ansón, paleozoólogo
En definitiva, la presencia de castores en el río Tajo es una noticia positiva que plantea nuevos retos y oportunidades para la conservación y gestión de los ecosistemas fluviales.